La belleza del mundo es inmensa y la sola idea de ir perdiéndola poco a poco es terrible. Amar a la naturaleza es lo que nos da fuerzas para defenderla día a día. Mirar el cielo limpio, observar un rio claro y lleno de vida, sentir el aroma especial que tiene un bosque después de la lluvia, contemplar a un pájaro construyendo delicadamente su nido... todas estas cosas queremos seguir haciéndolas. Por ello es importante pensar que el mundo no nos pertenece, nos ha sido prestado para que vivamos en el y lo utilicemos con sabiduría. Y eso es lo que debemos hacer... vivir, no destruir.
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